Las vacaciones se terminaron y Clarita la murciélaga viviente no consiguió hacerse amigos. Odiaba que la llamen "Vampira", le sonaba a estrella de whiskería.
Volvió al circo. Tenía la certeza -o eso creía- de encontrarse allí con gente más comprensiva.
Todo se convirtió en cenizas. Y Clarita voló como nunca antes, en busca de algún otro circo a prueba de incendios.

Por cierto, a Clarita siempre le gustó Royksopp y sus videos. Así que le damos el gusto:




De nada Clarita.